“Encuentro más felicidad en una sonrisa y una mirada tuya que en cualquier historia grandilocuente o pretendidamente espiritual. Y eso es Samādhi (…) Samādhi no es un estado que solamente puedan alcanzar unos pocos elegidos, sino más bien un potencial iluminador que todos podemos desarrollar como seres humanos. O podemos todos o no puede nadie”. Juan Ortiz
El yoga tiene un sentido originario de autorrealización, transformación y mejoramiento humano; genera una especie de alineamiento entre el ser íntimo y el yo social, entre valores y conductas. Este es el punto donde el yoga sale del tapete y donde, como decía Swami Sivananda, un gramo de práctica vale mucho más que toneladas de teoría.
Adaptar las enseñanzas del yoga a las circunstancias de la vida actual y cotidiana es posible sólo a través de la práctica dedicada y honesta.
El poder que nos faculta para transformarnos en seres humanos autorealizados está ya dentro nuestro; por eso el yoga transforma a las personas desde el interior, porque nos lleva a girar la mirada hacia nosotros mismos para recuperar el poder interno y la libertad de la mente, para que alineada y unida al ser primordial que la habita, experimente ser parte de todo el universo. No existe ausencia de poder, como no existe separación.
El yoga te da un camino con herramientas para que accedas a la fuente que llevas dentro, una práctica constante y sincera permite vaciarnos de condicionamientos externos para llenarnos de atributos del ser interno como la honestidad, la fraternidad, la bondad, la empatía, el sentido de la equidad, de la responsabilidad, de la solidaridad, entre otros. Así, el potencial que nos permite tener una vida gozosa está presente, en ejercicio, aquí y ahora.
Naturalmente, todo eso es un proceso gradual, cada día vamos logrando más claridad, dicha, abundancia, amor y paz. De esta manera es como el trabajo del yoga nos lleva a la trasformación, a cambiar la realidad en cada una de las facetas de la propia experiencia.
Todas las prácticas nos regalan día a día algo de renovación, basta con darnos cuenta que algo de la transformación siempre se manifiesta dentro y fuera del tapete, porque en el modo de vida del yoga el flujo del cambio y la renovación nunca cesan.
Namasté.
Carlos y Guadalupe